La hora del misTÉrio: Bizcocho de Almendras & Avellana y Canela

VI parte

Agatha todavía se encontraba un poco adormilada cuando unos golpecitos en la puerta la sacaron de su ensimismamiento.-Adelante, puede pasar – La señora de los rulos en la cabeza, ya sin rulos pero con la misma tez blanquecina, se dirigió hacia ella sujeta por el brazo del Sr. Avellana. – Oh, espero que se encuentre mejor – dijo dirigiéndose a la primera.

Un poco mejor, muchas gracias por preguntar querida. Creo que son demasiadas emociones para mi.– Agatha se fijó en ella por primera vez, era un té bellísimo, elegante y delicado. Se notaba que procedía de alta cuna.

Sólo he venido para acompañar a la Sra Bizcocho puesto que se encuentra muy débil pero me marcho ya– dijo el Sr. Avellana mientras comenzaba a desandar sus pasos.

Es usted muy caballeroso, pero no es necesario Sr. Avellana, quédese, puede coger una de esas sillas. – Lo observó mientras acataba sus órdenes; era un té rotundo, fuerte y sereno pero con cierto matiz dulce.- En realidad prefiero hablar con los dos a la vez. – añadió divertida mientras les guiñaba un ojo.

¡Oh dios mio! – exclamó de forma melodramática la Sra Bizcocho – sabía que esto iba a pasar – y comenzó a llorar de forma desconsolada. Con cada sollozo la habitación se llenaba de almendra y canela y una especie de amor maternal invadió el ambiente.

Cálmese Sra Bizcocho – dijo el Sr. Avellana de forma tranquilizadora. – ¿Qué insinúa Srta. Christea?

No insinúo nada señores, «au contraire», afirmo. Y no se preocupen que el hecho de que sean un matrimonio no me interesa, su secreto está a salvo. – Ambos suspiraron de alivio en sus asientos – Lo que me intriga es que hace un año eran unos auténticos desconocidos y este año ambos estan nominados como tés favoritos. Como mínimo lo encuentro…– hizo una parada dramática para ver cómo reaccionaban – sospechoso.

¿A dónde quiere llegar a parar? – preguntó de forma severa el Sr. Avellana y un penetrante aroma a frutos secos embriagó a Agatha anulándole el juicio.

Hablo de la gente influyente que conocen dentro del concurso y si Caperucita sabía todo esto.

¡Se acabó! – vociferó el Sr. Avellana. – No vamos a quedarnos aquí viendo cómo nos insultan. Vamos cariño, no vamos a decir nada más si no es en presencia de nuestros abogados y ante un agente con jurisdicción. – esto último lo dijo con cierto aire de desdén. – Un consejo Srta. Christea, debería mejorar su diplomacia. – añadió antes de cerrar la puerta con un teatral portazo.

Agatha sonrió y pensó que sin duda aquella reacción significaba que había metido el dedo en la llaga.

CONTINÚA EN: VII Parte: Black Chai y Noches de Oriente

La historia en: https://lapetiteplanethe.com/misterio/