IV Parte
Agatha todavía estaba contrariada por el tono que había adquirido la conversación anterior cuando la puerta se entreabrió. – Ciao?-dijo la cabeza que asomaba a través de la puerta.
– Sr. Dolce Vita, adelante, veo que ha seguido mi consejo – exclamó señalando sus pantalones y su camiseta.
– Scusi Srta Christea, pero l’evento me pilló en la ducha, acababa de volver de «coger olas».
– ¿Surfeaba también con la Srta. Caperucita?
– Ma como…?
– ¿Cómo de amigos eran, Sr. Dolce Vita? – preguntó Agatha escudriñando cada uno de sus gestos. Era una infusión arrebatadora, dulce y tropical, con ese tipo de encanto que hace perder la cabeza.
– Ah, Caperucita.. bella Caperucita. – la estancia se llenó de mango, piña y papaya.- Era una bebida deliciosa, encantadora, siento tanto lo que ha pasado…
– ¿Es consciente de que su relación amorosa le coloca como principal sospechoso?
– Io? Ma no, somos… éramos espíritus libres, almas gemelas que se entienden, sin condiciones…
– ¿Ni obligaciones?
– Questo! Soy un pájaro libre, Srta Christea, me gusta la vida y divertirme. No hago nada malo.
– Por el momento es todo, puede retirarse – dijo con brusquedad.
– De acuerdo,– se aproximó más a Agatha para añadir- ha sido verdaderamente un placer conocerla, soy un gran admirador suyo – olía a mar y a verano y pudo comprender claramente por qué era uno de los favoritos.
CONTINÚA EN: V Parte: Sra. Buenas Noches
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