III Parte
Agatha pidió a los huéspedes que abandonaran la sala e improvisó su «sala de interrogatorios» en el socorrido escritorio.- Toc, toc. – unos golpes en la puerta anunciaron al primer sospechoso.
– Adelante, Sr. Moruno, tome asiento por favor.– Conforme se aproximaba a ella podía notar como ese té verde discreto, que pasaba desapercibido, escondía secretos contados alrededor de una hoguera, dunas inmensas y siglos de tradición a sus espaldas. – Bien, Sr. Moruno, ¿qué relación tenía con la víctima?
– Apenas la conocía, ya sabe, la diferencia de edad… No puedo comprender el comportamiento de estos jóvenes, para ellos nada es serio…– Se quedó pensativo, como recordando un suceso.
– Sí, supongo que debe resultar duro para alguien acostumbrado a ganar enfrentarse a un té joven y fresco como Caperucita Verde, además en la misma categoría.
– Ja!– Fue una risa corta, irónica y astringente- Srta Christea, como le he dicho, estos jóvenes no se toman nada en serio – sonrió, y el ambiente se inundó de hierbabuena y menta, y prosiguió- la Srta Caperucita era una chiquilla molesta pero no era rival para mi. Y si no tiene nada más que preguntarme debo proseguir cierto ritual que desgraciadamente tuve que interrumpir. Estaré en mis aposentos.– dijo levantándose, y su tono fue tajante, quizá demasiado seguro de si mismo.
CONTINÚA EN: IV Parte: Dolce Vita
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